lunes, 19 de febrero de 2018

TASCALATAPA

- Adiós, Kufisto
- Adiós, Gustavo

- Jajaja...Y creerás que es tu amigo
- Lo es
- Ese tabernero borrachín
- Nunca lo he visto borracho
- Yo sí. ¿Sabes que tiene un blog en internet?
- No
- Pues lo tiene. Escribe relatos. Son muy malos pero él todavía cree que algún día le valdrán para salir de la mierda en la que está. Y a veces has salido tú. Ya sabes...el tío raro...no es mal chico pero...Lo típico en los escritorcillos, eso de buscar la bondad en lo enfermo. Será porque él también lo está. No tanto como tú, claro, pero es sólo cuestión de tiempo. Al final todo el mundo acaba oyendo voces que nadie más oye. Como tú cuando no tomas la medicación.
- Se me ha olvidado. La tomaré en cuanto llegue a casa y dejaré de oírte.
- Claro. Y de pensar. Pero a mi no me engañas. No lo habías olvidado; es solo que querías probar otra vez a ver si podías pasar sin ella, pero ya ves que no. Estás condenado a tomarla de por vida, a pasar por ella como un zombi anoréxico...Tienes muy mal aspecto, muchacho...¿Sabes que muchos te llaman así, el zombi? Tan demacrado, tan serio, tan trágico...Tienes una mirada que echa para atrás hasta al viento. Y tú lo sabes. Por eso andas siempre cabizbajo de acá para allá, porque no quieres verte en los ojos de los otros. Sí, es ahí donde tienes que mirarte, en los otros. Y actuar en consecuencia. Quizá así no te haría falta la medicación...Puede que si hicieras lo debes hacer dejaras de oírme, pero eres demasiado cobarde para ello
- ¿Por qué yo?
- ¿Por qué tú qué?
- ¿Por qué ha tenido que pasarme esto a mi? ¿qué he hecho yo para merecerlo?
- Muchacho...esas no son preguntas. La vida es una cuestión de hechos consumados. Tu padre y tu madre se juntaron y de eso saliste tú. Quizá las estrellas no estaban aquella noche en el sitio correcto o puede que tu padre tuviera un mal día, quien sabe...historias para dormir y tranquilizar conciencias. 
- Pero yo recuerdo que antes no era así. Tuve una vida como la de los demás. Estudiaba y tenía amigos. Y luego no sé qué pasó que todo empezó a ir mal...
- Claro, cuando llegue yo, ¿no?
- Sí, cuando tú llegaste. Empecé a oírte y me asusté. No era mi voz, no era yo, pero te oía dentro de mi cabeza. Al principio era como un zumbido, como si tuviera una abeja en el cerebro...
- El cerebro es como miel para nosotros
- ...y no me dejaba ni dormir. ¡Cuantas noches pasé en vela viendo la televisión o escuchando la radio!...
- O con los auriculares puesto escuchando esa música tan agradable
-...y luego aquel zumbido fue cogiendo forma poco a poco, como cuando sintonizas un dial...
- Jejeje
- ...y recuerdo la primera vez que te oí, lo que dijiste y el frío que sentí...
- Tan sólo te saludé
- ...y como me levanté de la cama y corriendo fui a mirarme en el espejo del water...
- Sí, me acuerdo. Y también que tu hermano se despertó
- ...y mi hermano vino y me preguntó qué me pasaba
- Sí...y le pegaste un puñetazo
-...y yo le pegué, le pegué...
- Y bajaron tus padres a la habitación
- ...y bajaron mis padres a la habitación y también les pegué a ellos...
- Y vino la policía
- ...y vino la policía, y una ambulancia, y luego el hospital, y me ataron y pincharon...
- Crisis psicótica
- ...una crisis psicótica, dijeron...
- Y ya van para diez años. Tus padres ya están resignados. Tus hermanos te evitan. Tus amigos de entonces te saludan cuando no les queda otra, por pura superstición. Tú no te das cuenta porque vas drogado. Es lo que tiene la medicación. Dejas de sintonizar el dial y sólo oyes el monótono sonar del vacío. Por eso te concentras en lo que puedes hacer, que es poco o nada, como barrer las hojas de las calles o mover el azúcar en el café como si allí dentro estuviera pasando algo importante...
- Eres malo
- Soy lo que soy, como tú. ¿O acaso no sientes una liberación cuando "te olvidas" de tomar la medicación y das rienda suelta a tus fantásticas ideas, como esa de la cura del cáncer que a todo el mundo decías haber encontrado? ¿o aquella otra de que hay personas que no lo son, que son demonios disfrazados de humanos? ¡Oh, y como mirabas entonces a los ojos de la gente, cara a cara, sin miedo al reflejo...! Pero ellos se asustaban y tú te violentabas ante su incomprensión. Y otra vez vuelta a empezar: más policía, más ambulancias, más hospitales, más pinchazos y más dosis. Y otra vez el letargo. Y otra vez las hojas muertas y las espirales en el café...¿Pero dime? ¿como te sentías en esos momentos en los que eras libre de decir lo que piensas, sin adormideras que nublaran tu mente? No, no me lo digas, ya lo sé. A veces hago preguntas cuando sé las respuestas, defecto profesional. Bien sé yo como te sentías...Sí, he de reconocer que tienes buen fondo, que lo tuyo tira más por ayudar a la gente...por eso me gusta tanto estar contigo. Así vales más.
- ¿Valgo?
- Vales. El valor de una cosa lo da su dificultad. Así el premio es mayor.
- ¿Qué premio?
- Ya lo sabrás cuando pierdas. "Cuando seas padre comerás carne" ¿Pero qué haces aquí? ¿no íbamos a casa a tomar la medicación? ¿qué hacemos entonces aquí, en este cerro desierto? ¿has visto qué tarde hace? No, no la has visto. Pronto llegará la primavera y dejarás de barrer hojas para barrer polen, para barrer vida desperdiciada y tirarla al mismo sitio que la muerta. ¿Es gracioso, verdad?...Venga, vámonos
- ¿No quieres quedarte aquí? ¿no quieres quedarte aquí un poco más?
- No, no quiero quedarme aquí un poco más. Aquí no hacemos nada.
- ¿Y por qué no?
- Arranca el coche y vámonos a casa. 
- ¿Tienes miedo?
- ¿Yo? No. Yo no puedo perder y tú no puedes ganar. 
- ¿No puedo ganar?
- No. Sólo puedes retrasar tu derrota
- ¿Y sería esta la primera vez?
- Jejeje...Arranca. A casa.
- ¡Vaya, parece como si fueras tú quien quisiera tomar la medicación!
- Muchacho, tú eres mi medicación.
- ¿Y si no te la doy?
- Me la darás.
- ¿Estás enfadado?
- Estoy aburrido. 
- ¿Tiemblas?
- Sólo me estiro
- Qué bonito se ve el cielo. Es más hermoso cuando hay algunas nubecillas. Así como ahora, desde lo alto, que se ve la tierra dividida entre luz y sombras.
- Venga, arranca. Pareces un poeta y eso es lo que me faltaba.
- ¿No te gusta la poesía?
- No. La poesía es el último recurso de los que no entienden nada.
- ¿Y qué hay que entender?
- Nada. Vámonos.
- ¿Y si no hay que entender nada por qué te da miedo la poesía?
- No me da miedo, me aburre. Es una pérdida de tiempo. 
- ¿Pérdida de tiempo? 
- Sí. Pérdida de tiempo.
- ¿Y por qué es una pérdida de tiempo?
- Porque un poeta no hace nada
- ¿Y qué hay de malo en no hacer nada cuando es lo mejor que se puede hacer?
- Arranca
- Mira aquella nube. Se la ve pesada. Pronto la veremos haciéndole sombra a alguna zona del pueblo.
- Sí. 
- No me gusta esa nube.
- Mira, ya está llegando donde tenía que llegar.
- Sí...
- ¿Ves como la sombra es más oscura?
- Sí
- Pronto llegará aquí
- Sí
- Será mejor que nos vayamos. Así la dejaremos atrás cuando lleguemos donde está ahora.
- Sí
- Es hora de irse a casa, Gustavo
- Sí, vámonos.

sábado, 17 de febrero de 2018

UNO

Despertar como si te hubieras dormido. O peor aún, hacerlo como si acabaras de regresar de un pasado puede que exagerado. Levantarte y ducharte en blanco, mirando el grifo de vez en cuando para ver si de verdad cae el agua. Sales y ahí tienes el espejo con tu cara y todo lo demás en apenas un centímetro. Todo lo que ves y lo que no puedes ver está ahí, dentro de ese centímetro, de esa centésima parte del metro, de esa milésima parte de lo que sea que corresponda. Vives en un pueblo de mierda que es una diezmilésima parte de los pueblos de mierda de tu país, uno de los cuatrocientos que hay en esta diminuta bola llamada Tierra que gira a no sé cuantos kilómetros por hora alrededor de esa ridícula estrella ardiente que le da la vida quizá sin saberlo mientras busca lo que coño sea que esté buscando en la infinitud de un Universo que parece ser sólo es uno más entre infinitos, pero no tan grande como lo que hay por debajo de ti, tras lo pequeño, que todavía es más infinito que lo grande, no puede ser de otra manera, lo grande es torpe y medio imbécil, en lo pequeño se esconden las esencias, los flujos y reflujos, las células portadoras de whisky con agua y un par de huevos duros en el congelador, los átomos que rebotan y tiran adonde salga, siempre encontrarán una canasta, todo es grande y está lleno, el vacío no existe, es una ilusión que no vemos, eso es todo, todo, sólo que el ojo, tus ojos, no ven nada más que las bolsas que cuelgan bajo ellos y la barba de dos días que tienes que afeitar con esa última cuchilla mellada desde hace semanas, esa que ya va siendo poco menos que un sueño deshacerse de ella de tan caras como son para las cuatro perras que tienes con las que pagar facturas e hipotecas, impuestos y putas, multas y amenazas de embargo, botellas y primitivas de esas que una vez estudiaste con la ilusión de encontrar la llave a su solución confiado en la fuerza de la inteligencia que tu juventud te daba, ¡oh, si! ¡sólo hacía falta conocer el patrón, las pautas de comportamiento de los números en el día que salieron, nada más, pares e impares, unos y ceros, ¿no se trata de eso? ¿no dicen que todo es eso? ¿no es todo eso? ¿acaso ahora, ya con tanto tiempo pasado, no te das cuenta que todo estaba claro desde el principio, desde que salimos del cascarón? ¿o te has olvidado de quienes estaban contigo en ese momento? todos, todos, estamos ahora donde teníamos que estar, todos...Todos.

Los pelos de la barba caen bajo el yugo de mi cuchilla mellada. La gata observa todo el proceso desde la montaña de ropa sucia que cubre el inodoro. Me visto y cojo el coche. Compro los periódicos y abro el bar. Trabajo y vuelvo a casa. A veces salgo a pasear. Otras no y me quedo viendo cosas de tres dígitos en Youtube. Luego duermo y después despierto.

La otra noche, ayer, buscando noticias por las últimas 24 horas de dos de mis tres héroes muertos como hago todas las noches antes de irme a la cama, vi algo nuevo de uno de ellos: Fischer había estado en Bruselas en 1990 para encontrarse con un patrocinador de ajedrez y unos amigos. En las fotos regadas por copas de vino aparecía aún fuerte, decidido, con aquella mirada, y en el texto decían que después habían acabado de putas en un club. Dos años después jugó con Spassky y ya no volvió a jugar más.

Los días pasan como si los años no contaran. Hoy me levanté, miré y volví a ver que tenía 44. Ya son muchos. Muchos incluso para esto.


domingo, 11 de febrero de 2018

NIRVANA

Paso las tardes viendo hablar a otros. Dicen algo cuando los ves, pero después es como si no hubieran dicho más que nada. A veces me pongo un parche en el ojo izquierdo mientas los oigo. Luego me lo quito para dormir y al despertar pruebo. No pienso en nada. No es tan complicado. No hay tantas nubes como decían. No veo nada y cuando veo algo apenas me cuesta dejar de verlo. Tampoco llega aquel cielo azul tras las nubes. Nada. Entonces oigo a la gata desperezarse bajo las mantas. La acaricio y pronto viene a verme. Saca la cabecilla y se queda ahí, esperando que haga algo. Le rasco entre las orejas y así estamos un rato. Ella ronronea y yo sigo respirando hasta que enciendo la luz, nos miramos y vemos que seguimos juntos.