sábado, 13 de diciembre de 2014

VISLUMBRANDO A LLOYD




"A ver como se lo digo..." pensé mientras le cambiaba su billete en monedas con las que jugar al futbolín.

- Tienes que darle fuerte al chisme (no dije pitorro) para que salgan las pelotas, ¿vale?. Hasta el fondo.
- Vale. Hasta el fondo. Te llamo si tengo problemas -respondió sonriéndome otra vez; como antes, cuando salió a fumar mientras yo estaba fumando con un amigo.

- Me pones un Barceló con cocacola cuando pases, ¿vale? -me dijo yéndose un poco más allá.
- Vale - respondí sorprendido de que una muchacha como esa me hablara con una sonrisa como aquella.

La miramos caminar hacia el futbolín.

- Joder -dijo mi amigo
- Sí -dije yo- Y pensar que podría ser su padre...
- Jajaja...Pero te arreglaba el cuerpo esta noche
- Sí que me lo arreglaba, sí...Y la cabeza
- Jajaja

No hacía una hora, poco antes de la llegada de mi viejo colega, a eso de las cinco, cuando andaba poniendo las primeras copas de la tarde, que me había invadido una sensación de tristeza tal que durante un instante (sólo eso) tuve ganas de coger la puerta e irme a casa sin decirle nada a nadie.

"Oh, Dios...todavía me quedan dos horas..." pensé mirando al reloj de la pared que estaba a mi espalda. A un lado, las botellas; y enfrente la televisión no hacía sino mostrar silenciosamente mucho de lo que me saca de quicio. Ya había quitado a Dylan para poner la emisora indie. Hoy es día de cenas de empresa. Y de comidas. Y, después de todo, las chicas sólo quieren pasárselo bien.

Un grupo de diez, mitad y mitad, acababan de abrir el melón. Uno de ellos, un buen chico, el que fijo había llevado a todos allí, me enseñó una foto con su entrada para ver a los Kiss en Madrid.

- Ya sé que no te van, a mi tampoco, pero oye...Tiene que estar bien
- ¿Cuando es? 
- En junio
- Joder. ¿Y ya están a la venta?
- Vaya...

Para la mierda siempre hay tiempo. Siempre hay tiempo de sobra para la mierda.

"Oh, Dios...tengo que echarme una copa"

Me la bebí mientras ellas chillaban y aporreaban a los muñecos del futbolín como si fueran chulazos de una despedida de soltera.

- Ponme de todo lo que tengas en el gintonic, jajaja -me había dicho la más pequeña, casi una enana, que no podía dejar de hablar y reír.
- A una le eché un ajo una vez y le gustó.
- No, ajo no, jajaja...

¿Cuanto ríe la gente? Aún antes de estos, los primeros después de las cañas, vinieron tres, dos chicas y un chico. A una la conozco desde hace tiempo; prácticamente la he visto convertirse de niña en putón. Siempre está riendo: "¿Qué quieres?", "Jajaja, un café", "¿Como lo quieres?", "Jajaja, cortado, jajaja" Está con uno más viejo que yo, uno que pasó un tiempecillo en chirona cuando éramos chavales. Drogas. Hace 20 años largos de aquello. Él me mira como si no quisiera verme. Yo lo miro porque está en mi casa. Y ella ríe y ríe. Y la otra te mira como si no fueras más que otra triste polla de 19 centímetros. Estupendo.

- Jajaja...¿recuerdas aquella noche que nos caímos con la moto? -le he dicho a mi viejo amigo, ya un tanto animado por la tercera copa
- ¿Qué?
- Sí, joder...Hará veintipico años de aquello...

Al final lo recordaba él mejor que yo.


Llevábamos un buen rato callados, bebiendo en silencio, mirando lo menos incómodo, cuando he visto a aquella muchacha salir del water. 


Me ha mirado sin sonreír y se ha sentado con su cuadrilla.


Y poco antes de irme la he visto en los brazos del más imbécil.



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