martes, 4 de septiembre de 2012

TU COCHE TAMBIÉN ES EL ESPEJO DE TU ALMA




Hace poco más de un mes, creo recordar que antes del inicio de las Olimpiadas, recibí en el bar la visita de un fascista, y en fin, hoy en día cualquiera es un fascista para una buena parte de mis compatriotas, mal que les pese, pero muchos de ellos piensan tal y como marca la línea de lo políticamente correcto, un pensamiento que por otra parte tiene bastante de fascista (o comunista, como queráis) y que actualmente realiza el papel que antaño desempeñara la Iglesia Católica, es decir, esta es la Verdad y todo lo que se encuentre fuera de ella debe ser considerado como fascista. Cambia la última palabra por herético y sabrás lo que quiero decir.

Yo mismo, para muchos de quienes solo me conocen de vista u oídas, estoy catalogado de semejante manera por muchos que solo conozco de vista u oídas, pero al contrario que ellos yo no les juzgo. A mi, simplemente, me sudan la polla.

Pero este del que os escribo sí que lo era, y si no lo parecía bastante, pues no me quedó más remedio que oír su perorata durante buena parte de las cinco horas que echó en mi casa aquella tarde.

Al principio intentó hacérselo conmigo, el notas estaba solo y con ganas de hablar, que ya hay que ser tonto, pero enseguida lo calé, en cuanto me puso la muleta para ver de qué pie cojeaba, pero si algo he aprendido durante todos estos años es que un camarero debe evitar el más leve síntoma de su cojera mientras esté detrás de la barra, más aún con los desconocidos, y todavía más con quienes te dan mal bajío, que la cara sigue siendo el espejo del alma, le pese a quien le pese. Y es que las apariencias no engañan al menos en tantas ocasiones como sí. Palabra de camarero.

Se fue y me gustó que lo hiciera, pero al rato regresó con una que luego supe era su mujer, cambió el sol y sombra por un jarrete de vino blanco con gaseosa que me sonó igual que se me pidieran un Manhattan y entonces, ya con alguien a quien tabarrear sin piedad, a placer, dio inicio a su mítin, porque así debe calificarse cuando uno habla y habla mucho más fuerte de lo necesario a alguien que calla y calla mucho más de lo que debiera. Y por malos de mis pecados lo hizo en la barra, tras el grifo de la cerveza, en el centro del ruedo, lo cual no hizo más que confirmar mi sospecha inicial sobre su apariencia: solo un gilipollas se lía a hablar de política con su sumisa mujer en un bar que no es el suyo.

En fin, que le dejé a su marcha, la cual poco a poco fue subiendo de grado entre continuas maldiciones e insultos a diestro y siniestro, más a estos últimos, desde luego, pero aquellos también se llevaban lo suyo por mierdas e hijosputas, que otra cosa no tendría pero de cada tres palabras que salían de su cabeza dos eran insultos, ¡y hombre! no es que yo sea Enrique Cornejo, más bien al contrario, pero al menos sé cuando, como y con quien hablar de esa manera, no como ese imbécil. Y esto no es insulto, sino una definición.

Tuve que enterarme de que se dedicaba a la enseñanza, cosa que no me extrañó. La gente más ideologizada que conozco, la más fanática de las ideas ajenas, son los maestros, al menos buena parte de ellos, y aunque la gran mayoría tiran hacia la izquierda también los hay en la derecha. Es como si el trato con los libros les diera un plus a su opinión, pero a mi tampoco me engañan con esto que es otra gran mentira, el supuesto beneficio de ser leído y tal...no, queridos, he conocido a muchos capullos que no han hecho otra cosa en su vida nada más que leer los libros equivocados, y muchos más que no se leyeron ni la cartilla o como mucho el As, y sabían de verdad de lo que iba el rollo. Y lo sabían de verdad porque no lo habían leído, lo habían vivido.

Si hay algo más ridículo que dar el coñazo a tu silente mujer en un sitio público es aderezarlo con continuas demostraciones de cultura, de sabihondez. Entre insulto e insulto dejaba caer nombres famosos de la Historia, de la Historia en Mayúscula, como apoyándose en ellos para realzar su estupidez, y de tal forma, con semejante volumen de voz, que no lo hacía tanto para impresionar a quien lleva demasiados años lavándole los calzoncillos para sorprenderse hasta de que aún exista alguna posibilidad de que ese cenutrio todavía pueda transformarse en el príncipe azul de su niñez como para que el resto de los sufridos parroquianos nos diéramos cuenta de que él, ese majagranzas, era un tío culto que no hablaba por hablar y sabía lo que decía. Sí, todos nos apoyamos en los hombros de los gigantes que fueron, pero mientras algunos miramos hacia el horizonte otros lo hacen a su polla, a ver si de una maldita vez solucionan el problema que les trae de cabeza desde hace tanto tiempo: poder chupársela a sí mismo sin necesidad de pagar para que se lo hagan. Hay cirujanos que quitan costillas para tal efecto. Quizá hube de habérselo dicho. Quizá esté en lista de espera.

Pero cuando realmente tuve ganas de mandarlo a tomar por culo fue cuando casi al final de la noche empezó a darles caña a los barrenderos, a burlarse de ellos diciendo que un hombre no puede rebajarse a eso, que eso era lo último de lo último y tal...y sí, puede que tuviera razón, no creo que haya existido un solo niño que soñara con ser barrendero cuando fuera todo un hombre, pero a veces la vida te pone en tales circunstancias que no te queda otra que recoger la mierda que van dejando los demás para ganártela sin al menos hacer lo que tus padres te enseñaron que no había que hacer. Y me acordé de un antiguo amigo, un chaval que fue excepcional y tenía un talento innato para escribir.

Dejó de estudiar, harto de las continuas presiones del cabrón de su padre, maestro por más señas, y como lo echaron de casa se metió a la basura y allí estuvo unos cuantos meses, recogiendo los desperdicios de hace más de veinte años, en aquellos camiones, de aquella manera...pero el chico, el tío, el hombre era feliz porque, al menos, ya no tenía que aguantar lo que tuvo que aguantar, aunque también pudiera ser porque entonces teníamos 18 años y con esa edad eres feliz hasta recogiendo compresas usadas y pañales sucios. Pero a tu marcha, viviendo tu vida, no la de otro por muy padre que sea.

Después hizo el curso de ingreso a la Guardia Civil, examen que aprobó no con la punta de la polla, eso era demasiado, sino rascándose los cojones, y se metió en el Cuerpo, creo que sigue allí, le perdí la pista hace muchos años...al igual que a las cartas que nos enviaba a los colegas desde sus primeros destinos, cartas que parecían cuentos, tan bien escritos como solo puede hacerlo un verdadero escritor. La Guardia Civil ganó otro número y nosotros perdimos a un contador de historias que empezó siendo basurero.

Uno de esos que esa noche despreció aquel tontolosgüevos.

El mismo que tenía un coche llamado Pajero. No podía ser de otra forma.

Las apariencias son demasiado importantes como para no tenerlas en cuenta.

Mucho.

12 comentarios:

  1. Oye, que yo también tengo la costumbre de sistematizar y catalogar a la gente, dime: ¿a que la mujer estaba buena? Suele pasar.

    ResponderEliminar
  2. ¿Y en el momento de pagar? ¿No puso ninguna objeción?
    ¿No te regateó los céntimos o te dijo que "¡Así ya podrás tener ese Mercedes, ya!"?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Fuese y no hubo nada. Pero al encaminarse hacia el Pajero supe que tenía que ser ese. Tal para cual

      Eliminar
  3. No hay automovil suficiente feo y malo que pueda reflejar a tipos como Rubalcaba.
    http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar
  4. Hay que tener menos luces que un trozo de yeso para ponerse a dar charlitas políticas a voces en un bar donde no te conoce nadie: y profesor, se entienden muchas cosas.

    Esto me ha recordado cierta vez...yo con mis amigos, tomanzo cervezotas en el bar de costumbre, y aparecen un par de borrachos gordinflones (sobre los 38-40 años), y nos empiezan a faltar, diciendo que mira a estos universitarios, preguntando cuanto ganabamos y echandose el moco porque ellos eran conductores que ganaban pastizales. Nos venian a decir "pobres idiotas que estudiais para ganar nada". Algo de razon tenian, pero sus modales eran como para que llegaran a casa con la boca reventada.

    Todo esto sin que nosotros dijeramos practicamente nada excepto lo justo para ver si se iban a esparragar. Los tios erre que erre hasta que se aburrieron.

    De eso hace muchos años ya. Si bien entonces el asco que me dieron se transformo en lástima a las pocas horas (no se puede odiar mucho tiempo al que simplemente tiene la talla mental de un imbecil), me pregunto ahora como estarán, si en el paro o muertos de un ataque cardiaco.

    La verdad, me la suda.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cada día que pasa, Ogro, soporto menos la mala educación, el no saber estar, es algo que me revienta, ¿tan difícil es comportarse con un mínimo de civismo?. El gran mal, lo peor de todo lo que nos pasa y nos pasará, es la monstruosa falta de educación. Sin ella no hay futuro, solo regreso a la selva. Quizá es lo que merecemos por haberlo permitido.

      La tiranía de lo animalesco.

      Un saludo.

      Eliminar
  5. Recuerdo una vez que estaba en la plaza del Pilar de Culipardia, sentado en la terraza de un bar de allí, degustando unas salchichas al vino espectaculares. Un impresentable empezó a recriminar al camarero alguna gilipollez del tipo has tardado dos segundos más en servirme que a la mesa de al lado, era eso o algo parecido. Entonces ese camarero, desde la dignidad de su profesión, le dijo al tipo en cuestión: dime dónde trabajas que voy a ir mañana a ver cómo lo haces. Me pedí otro bocadillo de salchichas a la salud de ese sufrido trabajador que, además de aguantar calores, estrecheces y demás historias, tenía que soportar las filípicas de algunos impresentables.
    Sobre que el notas en cuestión que te dio el discurso en el bar fuese un profesor... De todo hay en la viña del señor. Como sé que eres consecuente, entiendo que no opinas lo mismo de todos los que alguna vez nos hemos dedicado a la enseñanza. Yo mismo he tenido agrias polémicas con algunos compañeros que pretendían saber más de política/religión/economía/historia/ética/fúmbol (táchese lo que no interese) que el resto de la humanidad. Son esos mismos que opinan que no tienen nada que aprender de los alumnos y de los compañeros. Y reconozco que, a veces, me ha salido la vena manchega y, a mi pesar, he terminado la discusión con un veste a la mierda. Poco elegante, sin duda, pero relajante al máximo. Como decía mi abuelo, no estamos aquí para despabilar tontos.
    Un abrazo crack.Y por cierto, maravilloso tu último post. Te lo digo aquí por no poblarte los comentarios con mi insulsa parla. Pero vive Dios cuánto me has hecho disfrutar con él y, sobre todo, recordar los viejos tiempos de la maría, el cortijo, las parrilladas de carne... Tempus fugit, amigo Kufis.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Fugit que te cagas, amigo Daniel, pero bien...

      Ya sabes que lo soy, consecuente, digo, para mi no hay blancos y negros en casi nada, y los que hay son más por una cuestión de sangre que por otra cosa.

      Sin ir más lejos, el mismo que me descubrió a nuestra querida Mischeya Lake es maestro y una de las pocas, poquísimas personas, con las que puedo estar sin pensar lo que Dorothy en "El Mago de Oz".

      "Veste a la mierda...despabilar tontos" endeluego que no podemos negar de donde somos. Ni puñetera falta que nos hace, la verdad. Pero muchos siguen creyendo que aquí continuamos con la boina y el garrote, y se sorprenden cuando les hablas sin gruñidos. La fama y la lana. Que les follen.

      Otro abrazo para ti, amigo mío, no sabes el bien que me hace ser leído por gente como tú. Y más aún saberlo.

      Muchas gracias.

      Eliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.