domingo, 17 de junio de 2012

MIL MANERAS DE MORIR



Así se llamaba un programa que emitían en Nitro los jueves a las diez y media de la noche, pocas veces se me pasaba, era una hora ideal para verlo con tranquilidad, mejor durante el otoño-ivierno, incluso me apuraba en cerrar el bar si tenía la menor posibilidad de hacerlo, apagas algunas luces, quitas la música, das volumen al televisor, sacas la escoba y muy gilipollas tiene que ser el otro para no decir ipso-facto "¿qué te debo?", y si no basta con esas todavía hay más. Los camareros también tenemos mil maneras de echar a los clientes sin darles una patada en el culo.

Los episodios son cortos, no en vano su número es mil, apenas llegaran a los cinco minutos, pero en una noche de esas podías ver quince o veinte, aderezados con la inevitable publicidad, of course, por lo que entre pitos y flautas te daba la una de la madrugada hasta que te marchabas, aunque en muchas ocasiones no era a casa sino a cualquier garito que estuviera abierto, pues normalmente me abrochaba cinco o seis Johnnies aderezados con nosecuantos cigarrillos mientras lo veía, lo que añadido a tanta muerte y tanta hostia hacía que la cuenta atrás para otra futura mañana en el infierno fuera imparable. No hay botón rojo que lo consiga a partir de mi cuarta copa. "Una es demasiada y mil no son suficientes". Cuatro. Incluso tres. Pero una, todavía, no.

Son muertes reales, quisir, basadas en casos reales estupendamente dramatizados por una compañía de anónimos actores a los que vas reconociendo en sus diferentes caracterizaciones. Una voz en off hace de cicerone mientras te pone en esa situación, que siempre acaba con la estúpida muerte del protagonista y, muy a menudo, con tus risas. Como cierre, el número de la muerte en cuestión y una leyenda sobreimpresa en el finado: "Manera de morir número 236: muerto por imbécil".

De todas las que vi, y os aseguro que fueron unas centenares, ninguna como la del frontman de la banda jevi que se quedó tirada en el estado de Utah, en pleno corazón de la mormonería.

La cosa fue que andaban de gira por los Estates cuando la furgoneta tuvo una grave avería, y no en una gran ciudad donde las averías de cualquier tipo son tan comunes que enseguida pueden ser solucionadas, enseguida que tengas pasta, claro, si no que te vayan dando, a veces pienso que una gran ciudad es una gran avería: si nada se rompe todo se viene abajo. Pero el caso es que estaban varados en la peor de las playas para un vicioso: un pueblecito idílico. Es decir, el infierno para un jevi como Dios manda, aunque quizá en su caso sea mejor decir el cielo.

En fin...que no había manera de hacerse con drogas y las reservas empezaban a escasear, por no haber no había ni alcohol, así que nuestro héroe, desesperado, le dijo a su manager que se iba a volver cuerdo si no conseguía colocarse de alguna manera, por lo que aquel, perro viejo y sabido, le contestó que había oído hablar de un método nuevo y barato para seguir viviendo en las nubes. O en las criptas.

Oler mierda.

Sí, daba asco solo oírlo, pero cuando uno es un yonki tirado en un pueblecito idílico de Utah está dispuesto a agarrarse de cualquier liana con tal de seguir colgado, además que, según le había dicho su jefe, eran la hostia las alucinaciones provocadas por esos gases. La rehostia.

Así que el tipo probó con los suyos...y le gustó.

La cosa era como sigue: jiñaba en un cubo y aún sin limpiarse metía la cabeza para aspirar todo ese hedor, logrando el efecto deseado; pero tanto le gustó, tantas cosas buenas le hacía ver su mierda, que de tanto forzar la máquina se quedó más seco que la mojama: aquello no daba para más ni comiéndose un paquete de salvacolinas.

Doblemente desesperado, y al borde del derrumbamiento definitivo, mientras deambulaba por el parque maldiciendo la hora en que hubieron de pasar por ese maldito pueblecito idílico de los cojones, en un extraño rapto de lúcida locura mental dio con la solución a todos sus problemas: los cagaderos públicos.

Escondido entre la maleza vigilaba la entrada y salida de los depositarios, más o menos como si fuera a atracar un banco, solo que en lugar de su dinero quería sus gases y un gordaco enorme en lugar de un tipo con un Rólex. Las prioridades cambian que no veas si eres un yonki tirado en un pueblecito idílico de Utah.

Aquello estaba bien, realmente bien, era aún más duro, todavía no se conoce el diamante del vicio ni creo que llegue a conocerse, si algo es propio e intransferible del ser humano es el aroma de sus cagadas, no hay pedo soportable aparte del propio, pero cuanto peor mejor cuando uno es un puto vicioso de la mierda...

Y en una de esas se quedó.

Quiero decir que le pegó tal viaje que se desmayó sobre la taza y se asfixió.

Y allí lo encontraron.

Si tenemos que morir, a la mayoría nos gustaría hacerlo de cualquier otra manera, pero bien pensando no hay mejor forma para cerrar el círculo: oliendo a mierda vienes y oliendo mierda te vas.

En un pueblecito idílico de Utah pasó que...

11 comentarios:

  1. En la votacion de la MEJOR BANDA DEL SIGLO XX no esta la E-Street Band, con Bruce Springsteen. No se puede votar...

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  2. antes muerto? Entonces, ¿para qué pones la encuesta? que quieres, que votemos tus gustos? Quítale el título de Mejor banda el siglo XX y ponle La banda que más me gusta. Vaya chorrada de encuesta.

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    1. La pongo porque me sale de los cojones, y si no te gusta, puerta.

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  3. PD: Además, eres muy fea.

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  4. Jajaja!!

    Me río del post y d lo tontacos q son algunos!!

    (y eso q a mi Springsteen m gusta. No como otras cosas, pero m gusta!!)

    Besazo Kufis, cielo!!

    R

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  5. Yo también he visto varios capítulos de mil maneras de morir, y el que más me gustó (por lo inusual, porque los actores lo hacían de pena y porque la dramatización, en lugar de provocar pena o picazón en los bajos, daba vergüenza ajena) fue el de una chica que murió tras masturbarse con una zanahoria. A veces el guión de la vida te sorprende, pues parece escrito por las dos neuronas que comparten algunos de los andobas que me preceden en los comentarios y que no deberían haber salido jamás del zoo del cual se han escapado. Dicho lo cual, para mí Springsteen es un moñas (pero lo dijo muy bajito, eso sí).

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    1. Ese no lo vi.

      Pero recuerdo el de una zorra que se ponía cachonda cuando le vomitaban mientras se la follaban. Realmente enfermizo.

      Y sí, Springsteen es el Príncipe de los Moñas. El Rey es Bono, claro.

      Cada vez me gustas más (intelectualmente hablando, claro)

      Un saludo.

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