miércoles, 4 de enero de 2012

DEL DOM PERIGNON AL GAITERO (SI ESO)





Estuvo hace una semana, le conozco desde hace años, pero no fue hasta hace unos días cuando un ex-amigo suyo me contó cosas que desconocia de él.

Se casó en los ochenta con una de familia "bien", el viejo tenía negocios y lo metió en el ajo, pero a él lo que le gustaba era la noche y sus criaturas, las luces de colores y las copas llenas de burbujas: calientes y frías. Era otro equilibrista.

Un día la del papel le dió puerta, tampoco era tan grave, había conocido mucha gente, era un tío con mucha labia, y trampeando aquí y allá montó su propia empresa. Al principio le fue bien, después no tanto y al final tuvo que largarse por piernas.

Vino aquí, se lió con una divorciada, hijos por medio, de ella, claro, chapuceó donde pudo, entonces fue cuando lo conocí, al poco volvieron a darle la patada y se quedó más sólo que la una, sin un duro y con cincuenta y pico añazos en las espaldas.

Me caía bien. Era un tipo educado, sabía estar en los bares, alguna vez nos emborrachamos por ahí, en fin, nada del otro mundo, no hay nada del otro mundo para nosotros, pero no estaba mal...con los años se pasa de buscar lo extraordinario a conformarte con lo que vaya saliendo.

Empezó a beber malamente, dejó de trabajar y durante un tiempo vivió sableando a los cada vez más escasos amigos que le quedaban. Hasta que se quedó sin ninguno, todos le evitaban, nadie quiere beber con un borracho, nadie quiere beber con un borracho sin un clavel.

Cuatro o cinco años atrás lo ingresaron en el hospital, decían que no saldría pero salió, parecía un muerto viviente, le perdí la pista durante algún tiempo, luego volvió, siempre vuelven, pero más esporádicamente.

Hace unos meses volvió a visitarme, un vinito rápido y fuera, las mismas preguntas, las mismas obsesiones, "¿viene ella por aquí?", y hasta la semana siguiente.

Una tarde de estas navidades me dijo que si le ponía un vino, que no tenía dinero porque el cajero no se qué y no se cuantos, "sin problema", "mañana te lo pago", "vale", vió la bandeja de polvorones que estaba sobre la barra, "¿puedo coger uno?", "claro", "no sé qué me pasa hoy...me he comido una paletilla de cordero y un conejo al ajillo y todavía tengo hambre", "ya...".

Se comió nueve, que conté los papelitos del suelo cuando se marchó. Lo que más me sorprendió no fue la cantidad, sino que pudiera trasegarlos con un puto chato.

- "¿Te lo puedes creer?" le dije a un colega que estaba por allí.
- "¡¡¡Ja, ja, ja...!!!"

Cordero y conejo...ya.

No volvió al día siguiente, pero sí esta tarde.

Tenía la barra llena y he visto que se dirigía directo al water, "cojonudo", he cogido la bandeja de los polvorones y la he guardado. Al salir de mear me ha contado la misma historia de la otra vez, no me ha hecho gracia, pero me he apiadado de él al ver el moratón bajo su ojo izquierdo y los puntos de sutura en la ceja: una buena hostia.

Me ha preguntado lo de siempre mientras se lo ponía, estoy seguro que esperaba mi pregunta pero no se la he hecho, estaba claro lo que le había pasado, ¿para qué preguntar?. Me he quitado de en medio y al rato se ha ido.


Es mejor no saber nada del pasado de nadie, así, al menos, hay una oportunidad.


La Biblia dice que hay que dar de comer al hambriento y de beber al sediento; pero, ¡coño!, si tienes que pedir hazlo con conocimiento.


Se te acabó el chollo, nuevepolvorones

5 comentarios:

  1. JaJaJa menuda bola en el gañote. Por cierto la biblia dice dar de beber al sediento, pero en ningún sitio pone que tenga que ser vino. Con agua va que chuta, jajaja.
    Saluditos.

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  2. De estos cabezabolos ha habido muchos, y con la crisis han caído como moscas. Naturalmente, con la crisis también han nacido otros nuevos que caerán en la próxima.

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  3. La eterna partida: han cortado la luz por falta de pago y tiramos a ciegas. Así aprovechamos para desgraciarnos los unos a los otros mientras el Amo de la Bolera habla por megafonía, "señor@s...tranquilidaz...en breves momentos se normalizará el asunto...por cierto, facturas al corriente de pago en la barra de Bartolo"

    Quien pierde, paga. Antes, ahora quien pierde, gana.

    "Tapaos los unos a los otros" que dijo Jesucristo

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  4. Es la descripción más certera de la psíque de los camareros que he leido hace mucho. ¿A que otra persona puede interesarle la vida de alguien "conocido" sea felíz o desgraciado? Y por otra parte, nadie fuera de ese negocio, puede valorar tanto un chato y nueve polvorones. Aprovecha estas fechas y abre una página de petición de los polvorones sobrados esta Navidad. Sácate ese dolor por los nueve polvorones, olvidalós.

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