viernes, 2 de abril de 2010

EL SUEÑO DE UN HOMBRE RIDÍCULO



















En fin...

Solecito. Bien. Veo dos piernazas que se acercan a lo lejos, acompañadas por un par de seres que, supongo, son los productores de aquellas. Compruebo que el padre de las piernas es un imbécil al que hace tiempo no veía, y espero que la próxima vez se dilate aún más en el tiempo. Va de traje (hoy hasta el último mono se pone un traje. Es el día de la naftalina), andando como un simio y cogido de la mano de su mona. Misterios de la genética.

Sin tiempo a pensar sobre ello diviso a una zorrita (éstas se huelen a distancia) acompañada por una cosa que supongo será su novio y otro objeto andante que no distingo si es hombre o mujer. El nene va hablando por el móvil, atusándose el pelo y gesticulando (maricona); ella, la zorrita, lleva una mini-minifalda con medias negras de rejilla, y apesta a perfume de zorra. No digo más. Y, evidentemente, van a la procesión. No sé qué coño se pondrá cuando vayan de orgía. La imagino entre la multitud de fieles poniéndoselas morcillonas a todos los maromos en un radio de 12 metros.

Ya estamos en el parque. Ni Dios. Él también anda de procesión. Desde que nació. Por segundo día consecutivo no veo a los sufridos trabajadores de la limpieza. Recuerdo que llevo desde agosto sin un día de descanso (de vacaciones ni hablamos) y me pongo un poco de música para no pensar en ello. Radio Clásica. Un concierto para violín y orquesta. Hermoso. Hoy no hay ni perros en el campo. Bien. Al menos un día de éstos a la semana, Señor. Por favor. El concierto termina y la bella Micaela me dice con su dulce voz que quien acaba de tocar el violín de esa manera tan increíble es una surcoreana llamada Kim Sung-Hoo, o Kim Shin-Chan, o Kim Koño-Shé. Yo pensaba que las surcoreanas sólo sabían jugar al ping-pong o hacer equilibrios en una barra. Pues no. También saben llegarte al corazón. Recuerdo a mi colombiana favorita y tanto voy pensando en ella que casi me como un rebaño de ovejas, sólo el olor a su mierda me saca de mi ensoñación. Son muchas. Van con un pastor y 3 perros. Aquel espanta las nubes de mosquitas con su gorrilla, éstos las muerden y las ovejitas van comiendo hierba y sabe Dios qué.

Dejo tan bucólica escena y vuelvo a la civilización. Sigue sin encontrarme con nadie. Ni nenas meneando sus traseros al trote, ni aburridos ciclistas mironeros faltos de cariño, ni feminazis hambrientas de cachorras. Nadie. Camino algo más, acercándome al trayecto procesionil y empiezo a ver cucarachas y cucarachos de dos piernas y vestidos con sus mejores galas, encantados de haberse conocido. Aprieto el paso cuando oigo aporrear los tambores de la muerte. Algunos me miran como a un marciano. "¿Dónde va éste en dirección contraria a la que llevamos todos?". Esquivo viejos, esquivo viejas, esquivo papás, esquivo mamás, esquivo nenes...esquivo mi sombra, salgo del asunto, respiro y enciendo un cigarrillo, recuerdo a mi colombiana favorita, "en 15 minutos estoy contigo, cariño", el tabaco me relaja, ya apenas se ve gente, todo vuelve a estar bien.

Poco antes de llegar a Oz vuelvo a ver al simio del principio. Ahora sólo lo acompaña su mona. Las piernas se habrán largado para que alguno las meta mano. Mal presagio. Mal rollo.

-"Buenos días"
-"¡Hola!"
-"Una fanta naranja"
-"Gracias por la pastilla. Me hizo bien".

Voy al wc. "Esto marcha" pienso mientras me la sacudo. Salgo. Hay una pareja de gipollas en el otro extremo de la barra. Treinteañeros. Ella un feto, él un ser-globo deshinchado. Se quiere hacer el gracioso con mi colombiana favorita, ella pasa de su culo y se viene conmigo. Bien.

Hablamos, tal, cual, esto, lo otro...mi hijo y mi novio...(¿quéeeeeeeeeeeeeee?), tiene año y medio, no me deja respirar, creo que es hiperactivo...

Le pago, le dejo propina y me largo.

De camino a casa me río por dentro al recordar el sueño de citron 7 (ver "La nueva vida de Cristiano y miss Hilton en Madrid". La primera entrada del blog): una casita en el campo con mi colombiana favorita, muchos críos, gallinas, cerdos, ovejitas, un unicornio...

En la vida hay muchas cosas. Buenas y malas. Pero no unicornios.

Maldito simio hijo de la gran puta. Verte dos veces en una hora me ha echado el cenizo encima. Cabrón.

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